Santiago Porter ha trabajando obstinadamente a través de la fotografía y de la pintura en la profunda y sensible relación entre el aspecto de las cosas y su historia. A partir de sus imágenes, los vestigios (personales y privados, públicos y colectivos) evidencian que nada ni nadie desaparecen por completo, nada ni nadie puede devenir en ausencia total. A partir de la investigación, devenida en observación silenciosa, Porter registra la impronta de la existencia que queda impregnada para siempre en las materialidades; reflexiona sobre la memoria condensada, el tiempo y la historia de los pueblos como comunidad. Las historias individuales y los entramados sociales. Porter aplica en su trabajo un punto de vista que recorre los bordes, los márgenes, observando más allá de lo evidente del lugar común donde puede detenerse la mirada. Sus fotografías nos presentan aquello que las cosas evocan, nos revelan su esencia, no se conforman con su apariencia literal porque no radica allí lo interesante sino en el aspecto oculto, silenciado, de su existencia. Una suerte de radiografía de lo invisible. La densidad poética de su trabajo va en sintonía con los recursos técnicos y plásticos que utiliza para captar esas atmósferas densas, inhabitadas, despojadas, grises y de abrumadora soledad pero que esconden detrás de su velo, el ADN de su existencia.