Frans van Riel
Curador: Francisco Medail
Agradecimientos: Galería Van Riel
Juncal 790. Buenos Aires.
Frans van Riel nació en Roma en 1879. De muy joven estuvo relacionado con las artes, estudió pintura hasta llegar a Buenos Aires en 1906 donde luego de establecerse trabajó como ilustrador en el diario La Prensa. En 1913 abrió su propio estudio de fotografía ubicado en Viamonte esquina Florida y en 1918 fundó Augusta, primera revista local especializada en arte.
En 1924 decide trasladar su estudio a un lugar más amplio y abrir de manera conjunta la primera galería de arte de Argentina constituida para ese propósito. Inaugurada con la presencia del presidente Marcelo T. de Alvear en la calle Florida 659, este espacio se convirtió pronto en lugar de encuentro entre artistas, intelectuales y otras figuras destacadas de la elite porteña. En sus salas funcionó la Asociación Amigos del Arte, la revista Ver y Estimar, el Instituto de Arte Moderno y el primer teatro independiente de Buenos Aires.
Frans van Riel murió en 1950. El estudio fotográfico cerró y desde entonces la galería pasó a manos de Fran Van Riel Hijo, quien la dirigió por más de cuarenta años hasta pasarle la posta a su hija Gabriela, continuando con el legado familiar hasta nuestros días.
Las imágenes aquí exhibidas pertenecen al único álbum de Frans van Riel que logró conservarse. Se trata de una selección de un total de cincuenta y cuatro fotografías en gelatina de plata correspondientes al registro de la bailarina rusa Ana Pavlova y su compañero Hubert Stowitts en su paso por Buenos Aires. Si bien fueron tomadas en 1919, estas copias datan de 1946 y se estima que fueron realizadas a partir de un encargo de Stowitts cuya carta aún se conserva. De las copias de época solo quedan algunos ejemplares dispersos entre instituciones extranjeras y colecciones privadas.
Estas imágenes permiten develar la capacidad expresiva y el virtuosismo técnico que hacían de van Riel uno de los retratistas más exitosos de su época. No solo comprueban el buen manejo de la cámara por parte del fotógrafo – cámaras fijas, de placa y con poco margen de maniobra – sino que son poseedoras de una sensibilidad formal que deja entrever las influencias de su formación en pintura y escultura. El uso del espacio, la distribución de los elementos y el predominio de líneas diagonales dan cuenta de una composición innovadora y poco habitual para las fotografías de ese entonces.
La condición dual de van Riel entre artista y galerista es un caso paradigmático pero no un ejemplo aislado. Otros fotógrafos de la época como Chandler, Alejandro Witcomb y Freitas & Castillo abrieron las primeras salas de exhibición en nuestro país como una extensión de sus estudios de fotografía. Desde finales del siglo XIX, estos espacios originados inicialmente para exhibir reproducciones fotográficas fueron afianzando terreno en otras disciplinas hasta constituirse en lugares clave para el desarrollo de las artes visuales en Argentina. El correlato con Nadar en Francia nos impide pensar que se trae de una excepción local: tanto aquí como en otras partes del mundo, los estudios fotográficos fueron silenciosa condición de posibilidad y hospitalario espacio para el despliegue de las otras artes. Si pensamos la sala como el espacio donde el arte sucede, es decir, el espacio de sociabilidad y exhibición donde el arte se ha desarrollado como campo autónomo, es posible concebir a la fotografía como elemento vital en la génesis del campo del arte. En este sentido, mientras que muchas veces se intenta reconstruir el momento en el que la fotografía fue incorporada al mundo del arte, el caso de Van Riel nos permite Invertir esta formulación para arriesgar nuevos modos de pensar nuestra historia: tal vez la fotografía nunca necesitó incorporarse al campo del arte porque el campo del arte nació de las entrañas de la fotografía.